La enfermedad de Sever o “apofisitis del calcáneo” es una causa muy
frecuente de dolor en el talón en niños. No es una verdadera “enfermedad”. Se
trata de una inflamación o irritación del cartílago de crecimiento (la zona por
donde crece el hueso) en el talón. En ocasiones sólo duele un talón, pero en la
mayoría de los casos afecta a ambos pies. Es más habitual en niños que en
niñas. Aparece en época de “estirones” (10-15 años en niños, 8-13 años en
niñas).
¿Cuál es la causa?
En las etapas de crecimiento
rápido, los músculos, huesos y tendones crecen a diferente velocidad. En
algunas situaciones, los músculos y el tendón de Aquiles pueden tensarse y
“tirar” del hueso de ese talón inmaduro. Esta zona (que los médicos llamamos
“apófisis del calcáneo”) acaba inflamándose y doliendo (apofisitis), provocando
la enfermedad de Sever.
¿Qué situaciones favorecen su
aparición?
El aumento de la actividad
deportiva (correr, saltar, fútbol, baloncesto, gimnasia) puede provocar un
sobreuso del talón. Otras condiciones que facilitan la enfermedad de Sever son:
usar calzado gastado, correr en superficies duras, tener los pies planos o los
pies cavos (con “mucho puente”).
¿Cómo se puede diagnosticar?
El síntoma principal es el dolor,
en uno o ambos talones. A veces el talón está enrojecido o hinchado; incluso se
puede notar rigidez al levantarse por la mañana.
Típicamente, empeora durante y
después del ejercicio físico, al ponerse “de puntillas” o al apretar con las
manos en los dos lados del talón. Si tu hijo presenta los síntomas típicos, tu
pediatra te puede diagnosticar sin necesidad de realizar más pruebas.
¿Cuál es el tratamiento?
En primer lugar, es necesario el
reposo deportivo: es apropiado abandonar cualquier actividad física que
provoque dolor. De esta forma, la enfermedad de Sever mejora de manera
evidente.
Las compresas con frío local en
los talones alivian el dolor (sobre todo antes y después del ejercicio físico).
Si persiste el dolor, se puede administrar un analgésico durante unos días,
ibuprofeno o paracetamol.
Hay otras medidas que pueden
disminuir las molestias: taloneras de gel, plantillas, calzado abierto por
detrás para evitar irritaciones, etc.
También puedes preguntar a tu
pediatra por ejercicios sencillos de estiramiento, para fortalecer las piernas
y tobillos. Es muy raro que tu hijo necesite otras medidas (como fisioterapia o
inmovilizar el pie con una escayola).
Presta especial atención si...
El dolor es intenso, persiste a
pesar del tratamiento, o no tiene las características típicas comentadas
anteriormente. En estos casos, conviene
consultar con su pediatra, quien valorará si es necesario realizar alguna
prueba.
Fuente: enfamilia.aeped.es